Una de las dudas más comunes a la hora de hacer una reforma y pasarnos de una bañera a una ducha es la de los platos de ducha. Existen multitud de materiales en el mercado y es muy fácil no tener claro qué opción es la más habitual o la más adecuada.
Por este motivo, hemos recopilado en este artículo toda la información relevante sobre los diversos tipos de platos de ducha para que te sirva a modo de guía que consultar y para que así puedas decidirte sobre el mejor material con el que montar tu ducha.
Tipos de platos de ducha
Para escoger qué tipo de plato es el que queremos para nuestro baño deberemos de tener en cuenta los fabricantes, las medidas de nuestro baño y las necesidades de los usuarios de dicha ducha.
Aun así, es posible distinguir entre los siguientes materiales para los platos de ducha:
Porcelana
Son muy resistentes a las rayaduras y tienen muy buena higiene contra hongos y bacterias gracias al acabado en porcelana, pero por contra no cuentan con una dureza muy grande, lo que las hace más frágiles frente a los golpes, pues es más fácil que el material se quiebre.
Tienen un tacto algo frío para los pies, pero se calienta rápido al usar el agua caliente.
Además, el acabado en porcelana es muy resbaladizo, así que habrá que tener cuidado cuando la superficie esté enjabonada para no caer al suelo al movernos.
Existen varios tipos de platos de ducha hechos con porcelana, pues este material se combina con otros para crear el plato. Los dos más comunes son el de acero esmaltado o el de cerámica, que se compone de feldespato, cuarzo, caolín y un tratamiento vitrificado.
Resina
Otra modalidad es la de optar por un plato de ducha de resina, que se combina con otros materiales como el gel coat para alargar su duración de vida.
Se pueden adquirir en las medidas estándar genéricas o pedir un presupuesto para realizarlas a gusto de cada uno y con unas medidas personalizadas para el baño.
El gel coat otorga a este suelo una gran propiedad antibacteriana, lo que convierte a los platos de resina en una alternativa altamente higiénica. Además, tienen mucha resistencia contra los golpes y las rayaduras.
A diferencia de la porcelana, la resina no es fría al tacto, y además es antideslizante, lo que disminuye en gran medida el riesgo de caídas
Piedra natural
La composición de este suelo será de materiales naturales como el granito o el mármol, ya sea en su totalidad o mezclada, creando una combinación en mosaico con un revestimiento en malla o en fibra de vidrio.
Cada uno de estos materiales tienen sus propiedades específicas, y a mayor cantidad de granito más se repelerá los hongos y bacterias y mayor será la resistencia a los golpes y rayaduras.
El tacto de este suelo en los pies será frío y son medianamente resbaladizos.
Además, a la hora de limpiar, podemos ocasionar algunas manchas o estropear la piedra natural si utilizamos productos de limpieza fuertes como la acetona o la lejía.
Lo bueno que tiene este tipo de material es que posibilita que se pula y se adapte al suelo de la casa en el momento de su instalación.
Piedra compuesta
Existen distintas mezclas, cada una característica de la marca, por ejemplo, pueden llegar a unificarse materiales como los vidrios, las arenas, el poliéster, la resina, el mármol, el cuarzo, el silicio, etc., de modo que para conocer los materiales exactos habrá que consultarlo con el fabricante.
Al igual que sucede con los suelos de piedra natural, pueden hallarse en compuesto único o mixto, creando mosaicos, así que lo bueno es que el suelo será único e irrepetible por la disposición de sus piedras, y que, por lo general, suele ser un tipo de suelo atractivo a la vista.
Si hablamos de la dureza a los golpes y al rayado, tiene una resistencia bastante alta, y lo mismo sucede con la higiene, ya que al no tener la capacidad de absorción de agua, este material se puede limpiar sin complicaciones o problemas.
También es de tacto frío bajo los pies, pero se calienta rápido bajo el agua.
Como la piedra natural, permite pulirse al momento.
Acrílicos
Se compone de una placa acrílica de tipo sanitaria y con una base de refuerzo de poliéster y fibra de vidrio de todo tipo de tintes distintos.
No se puede fabricar a medida personalizada, pues existen modelos estándar.
Tienen una buena resistencia a los impactos, aunque se rayan con algo más de facilidad, pero cuentan con la ventaja de que muchos fabricantes permiten su restauración gracias a las inyecciones de acrílico líquido en su superficie.
Destacan por ofrecer un tacto cálido a los pies, totalmente antideslizante, y por contar con una superficie que no permite vivir a hongos ni bacterias, así que es una opción muy limpia.
Sin embargo, sí que puede resultar dañada con algunos productos químicos de limpieza.
De obra
Estos son aquellos que se fabrican a gusto del cliente en función a sus necesidades, pues acunan diversos materiales, estilos y capas y procesos.
Si se quiere un plato de obra lo más adecuado es ponerse en contacto con las tiendas especializadas en este servicio para concretar todos los detalles y ver si el tipo de plato de ducha que tenemos en mente es una fabricación posible. Empresas como Asealia.com ofrecen asesoramiento a los clientes y un gran catálogo de productos de baño y de platos de ducha.
¿Qué es mejor, plato de ducha acrílico o porcelana?
Para resolver esta pregunta lo normal es atender a las necesidades de cada uno: ¿qué tipo de baño se quiere? ¿De qué materiales son el resto de sanitarios? ¿Hay alguna necesidad especial o persona con movilidad reducida en la familia que requiera de un plato de ducha específico? ¿Se quiere priorizar la estética, la comodidad o el presupuesto? ¿Permite el suelo del baño todos los tipos de platos o estamos más limitados de lo que pensamos?
Al final, cada plato cuenta con sus ventajas, como hemos comentado anteriormente, y también con sus problemas, por eso lo importante es valorar qué plato de ducha se adapta mejor a la idea que tenemos.
Quizás habrá gente que prefiera una mayor durabilidad como la que ofrece el acrílico en detrimento de un plato más bonito a la vista, mientras que igual hay otros que preferirán que el plato de ducha sea de porcelana blanca para que combine con el resto de sanitarios en el baño y, por tanto, se decantarán por un material que quizás no es tan resistente.
Al final no hay mejor o peor, solo hay un tipo de plato de ducha más adecuado a cada baño y cada familia.
Cómo colocar un plato de ducha
Aunque no es una tarea de albañilería y fontanería extremadamente compleja, lo cierto es que tampoco es apta para cualquier tipo de aficionado si no es algo manitas y entendido en este área.
Y es que no está mal pensar en cómo ahorrarse algo de dinero si se va a hacer una reforma, es importante saber que lo más adecuado es que se cuente con profesionales para que sean ellos quienes instalen el plato de ducha, ya que a la hora de manipular algunos de estos platos pueden sufrir golpes o daños que, de estropearse antes de su uso, habría que pagar, y estos gastos correrían por nuestra cuenta.
Además, algunos de estos materiales deben quedar bien asentados al suelo para ser seguros, y solo los profesionales saben cómo realizar este proceso.
De todas formas, si te ves capacitado para realizar esta obra en el baño, las principales tareas que debes tener en cuenta son:
- Medir el espacio para el plato de la ducha, y asegurarnos de que el material que buscamos puede fabricarse a medida.
- Tener claro que hay que ajustar la toma del desagüe, ya que de colocarlo en una posición errónea esto puede resultar en filtraciones y problemas de tuberías. Esto significa que en función a las medidas y al plato de ducha es posible necesitar ampliar el hueco en el que habrá que colocar el codo o añadir una tubería de PVC adicional.
- Tratar el suelo y lijar la superficie para que esta sea estable y se pueda colocar el plato encima.
- Instalar el plato, teniendo en cuenta el material de unión del plato y suelo; atendiendo a que este sea compatible para esta conexión. Habrá que escoger el sellante adecuado, y luego unir la tubería con el desagüe, atornillarlo y asegurarnos de que queda fijo y en su lugar.
- Sellar las juntas para finalizar el trabajo y, con ello, ya se habrá instalado el plato de ducha nuevo.
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